Alrededor del 8,5% de la población española cuenta en mayor o menor medida con alguna discapacidad. La mayoría de estos casos aparece en personas con más de 50 años de edad, que presentan dificultades en el movimiento al agacharse. Muchos son enfermos y por lo tanto necesitan una cocina que está bien planificada para sus necesidades y para evitar riesgos y accidentes.
Diseño de una cocina adaptada
En general es recomendable ubicar la mesa de comedor dentro de la zona de cocción, para reducir distancias y a ser posible colocar un sillón cercano para mayor comodidad.
El pavimento de la cocina debe ser compuesto por un acabado antideslizante, pero al mismo tiempo debe permitir una fácil limpieza. Deben evitarse alfombras, moquetas, escalones y superficies irregulares.
El zócalo del pavimento con vértices convexos con más fáciles de limpiar y mantienen una mejor higiene.
El fregadero debe ubicarse cerca de la zona de preparación y ésta al lado de la cocina en una ininterrumpida secuencia, para mayor comodidad y menor desplazamiento del usuario.
Puede que sea necesario que la encimera esté situada a una altura inferior a 900 mm, por cuestiones ergonómicas del usuario. Esto puede limitar la altura de los armarios inferiores y hasta suprimirlos para dar cabida a una silla de ruedas.
El acceso a ventanas, en particular a las que están situadas sobre las encimeras, deben de ser de fácil apertura y manipulación, ya sea mediante poleas, barras, mecanismos y/o automatismos.
Las puertas de armarios deben estar equipadas con manetas especiales para las personas que tengan manos artríticas.
Instalaciones de una cocina adaptada
La temperatura en la cocina debe estar por encima de los 18ºC, para un mayor confort del usuario.
Una buena iluminación es esencial para la seguridad y la eficiencia. Bajos niveles de luz pueden ser causantes de fatiga y depresión.
Las tomas de corriente e interruptores deben colocarse entre 450 mm y 1200 mm del nivel del suelo.
Deben alinearse los interruptores de luz con tiradores de las puertas. Los interruptores de teclas grandes y basculantes son los ideales, ya que necesitan menos presión para funcionar.
Las lámparas de techo que no cuenten con interruptor de encendido pueden disponer de una cuerda con anilla que facilite su encendido.
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